“El enamoramiento es ciego, pero el amor ve”.  La crisis del amor REAL

“El enamoramiento es ciego, pero el amor ve”.  La crisis del amor REAL

Desarrollo personal

Son conocidas las diferentes crisis que suelen aparecer en las relaciones de pareja, basadas en momentos de cambio, como por ejemplo el inicio de la convivencia, la llegada del primer bebé, del segundo… pero ¿qué ocurre con aquellas etapas que no sabemos cuándo han empezado ni cuánto van a durar?, ¿etapas que no han sido desencadenadas por ningún cambio concreto?, Son éstas, las que en su mayoría,  consiguen desestabilizar muchas relaciones, en ocasiones, por no saber entenderlas.

Parece una paradoja, pero es común llegar a un punto de la relación en el que no se sabe si se está en el mejor momento o si por el contrario, lo mejor sería poner fin a la misma. Suele ser en este momento, cuando llega una nueva etapa: el amor REAL.

La primera fase de las relaciones es la más conocida, el enamoramiento. La fase en la que todo es perfecto, los defectos no se ven o no tienen importancia, los pensamientos están todo el día en la otra persona, cualquier momento es bueno para verse y encontrarse, hay risas, complicidad, pasión, ilusión… y un desequilibrio hormonal para el cual, si durara demasiado, no estamos preparados orgánicamente.

Esta etapa se va consolidando, las hormonas se equilibran para permitir la supervivencia al amor, y la relación se vive desde otro prisma de serenidad, confianza, apoyo mutuo… Sin que nada nuevo haya ocurrido, el tiempo hace que la relación cambie, lo que nos lleva a pensar y reflexionar si todo va como debería o “se ha apagado la chispa”.

Es importante saber que este sentimiento de incertidumbre es necesario para la continuidad de la relación, ya que hace que ésta sea estable y duradera, esto es de nuevo, el amor REAL. Ahora sí se ven los defectos (¡¡y molestan!!), hay menos risas, menos tiempo, la pasión disminuye, cuesta encontrar momentos para compartir nuestra intimidad, y parece que la ilusión se está perdiendo. Es entonces cuando llega otra duda/ miedo: ¿nos estamos conformando? La respuesta es que no tiene por qué. Es natural que la relación evolucione. Tal y como recoge Bernardo Stamateas en su libro Pasiones Tóxicas, “el enamoramiento nos funde, perdiendo casi nuestras individualidades y la posibilidad de potenciarlas. Sin embargo, el amor real nos separa, nos distingue y saca lo mejor de nosotros, de nuestra pareja y de la relación”.

Por ello, si desconoces si estás viviendo el momento más sólido de tu relación o si deberías ponerle fin, reflexiona sobre ello. Cuestiónate si crees que estás viviendo una etapa en la que ambos podéis crecer por separado, pero también juntos, si sigues mirando el futuro con la ilusión de compartirlo o si ves en tu relación, oportunidades de seguir avanzando hacia objetivos comunes, como un equipo, aunque seáis dos jugadores independientes y fuertes en cada posición.

No hay que olvidar que todas las crisis, sean del carácter que sean (personales, familiares, laborales, de pareja…) son siempre grandes oportunidades para evolucionar hacia aquello que te hace sentir mejor.  No deberíamos vivir las crisis con negatividad, porque aunque a veces no nos gustan los cambios y preferimos disfrutar de la estabilidad, son fundamentales y necesarias para seguir avanzando y adaptarnos a nuestras propias y cambiantes necesidades.

Leticia López Aguado

Psicóloga y Terapeuta familiar

by Feb 14, 2019 1 comentario
Haciendo quijotadas: muros que hay que derribar en educación social

Haciendo quijotadas: muros que hay que derribar en educación social

Fundación Alamedillas

Día 2 de octubre, día de la educación social.Haciendo quijotadas: muros que hay que derribar en educación social

Me viene a la cabeza un tal Alonso Quijano, aka Quijote, y cómo enloqueció por empacho de novelas caballerescas. Pues digamos que eso se parece a esto de la educación social: una locura con empacho de buenas intenciones.

A lo de perder la cabeza lo vamos a llamar “abrir los ojos”. Ahora, los primeros que hay que abrir son los propios. O al menos guiñarlos… Vamos. ¡Ánimo! Uno al menos. Un poquito. Que pase la luz. – ¡Venga que puedes! – te dices.

Y ¡ay! porque cuando miras por el rabillo del ojo, resulta que estamos pringados de estereotipos y prejuicios: que si sacúdete este machismo, que yo no soy intolerante, pero…

Más o menos, después de empezar este proceso, siempre intenso y a partir de ahora en revisión perpetua (con la dificultad que supone dejar de mirarse el obligo), te pones a educar.

Y ahí te lanzas, con el carné entre los dientes, abordando a todo ser educable, como un pirata colgado de una soga, poniendo en valor todas las materias de las que te has examinado durante años en la facultad. Porque la Educación Social es una profesión que implica ponerle ilusión y vocación, pero también dedicación y sacrificio, como tantas otras, y que vamos a seguir reivindicando.

Entonces tomas aire: a patear la calle, ver familias, visitar residenciales, reunirse en edificios de la administración, dar sesiones en colegios e institutos… a buscar molinos. Y no es difícil encontrarlos. Hay muchos. Está lleno. Y no cabe ni uno más. Pero están rodeados de muros.

Sientes vértigo y dudas. Es necesario sentirlo. No son matemáticas. Pocas veces cuadran las cuentas que hacemos para resolver algo; pero recuerdas que un mantra de esta profesión es educarte antes de educar. Y cuando vas a educar, (más de una vez) quien se vuelve educado eres tú. Y aprendes y desaprendes, porque seguimos llenos de “to”. Perdiditos. Para meternos de cabeza en la lavadora. Y mientras tanto sigues ahí, venga a sacudirse. Y cuando te vuelves a mirar al espejo para decirte a ti mismo – ¿merece la pena? – Nada de lo que te encuentras es parecido a cuando te planteas esto de la educación social. Sabías que no era sólo blanco y negro y que había matices. Y ahora colores, muchos colores, y olores y tactos. Y no vale el todo es relativo. Hay que tomar decisiones y equivocarse. Pero aprendes que por cada equivocación hay un aprendizaje. Y ya no te preguntas si merece la pena. Merece la pena.

No podemos derribar todos los muros que quisiéramos y a veces ni siquiera superarlos, pero insistimos y vamos dejando agujeros para que sigan otras personas. Nos ayudamos unos a otros y encontramos que nuestra fuerza es el conjunto, los equipos: educadores y educadoras que nos aupamos hasta superar muros que no podríamos solos.

Mira, otro muro. ¿Vamos a por él?

Feliz Día de la Educación Social

by Oct 02, 2018 No hay comentarios
8 pensamientos esenciales en tu búsqueda de empleo [Infografía]

8 pensamientos esenciales en tu búsqueda de empleo [Infografía]

General

También la podéis consultar en formato texto por si os resulta más útil

  • CRÉETELO, TÚ PUEDES: Sé que es difícil hablar desde el otro lado…pero, en serio, el poder de la mente es grande. Créetelo y lo trasladarás a los demás. Si crees que puedes, podrás demostrarlo y transmitirlo. Se reflejará en tu mirada, en tu cara, en la expresión corporal de tu cuerpo, en tus palabras…
  • CUÉNTATELO BIEN: La importancia del lenguaje que usamos es esencial en nuestro proceso de búsqueda de empleo. Según nos lo contamos, nuestro cerebro recibe un mensaje u otro. Utiliza la reformulación positiva: “no estás en paro, están en búsqueda activa de empleo”; “no es que no valgas para ese empleo, es que ese puesto no es el adecuado a tu perfil”. Evita frases como “no sirvo para nada”; “nadie me va a contratar”, no te harán ningún bien.
  • CUÍDATE: Es necesario el autocuidado, “mens sana in corpore sano”. Cuida la alimentación, haz ejercicio. Siéntete bien contigo mismo o contigo misma, libera toxinas, quema energía. Si empiezas a deteriorarte físicamente, lo harás también a nivel psicológico. Sin embargo, a medida que vayas cuidándote, tendrás más motivación, más ganas de “ponerte en marcha”.
  • ACTÍVATE: Mantente activo o activa. Establece una rutina diaria, organiza tu agenda, planifica tus tareas. “No estás sin trabajo, tu trabajo ahora es buscar trabajo”. Así que piensa tu horario, tus tiempos de ocio, los medios que necesitas y… ¡a trabajar!
  • RELACIÓNATE: No te quedes en casa y vayas aislándote, habla con gente, relaciónate. Utiliza el tiempo y aprovéchalo. Haz una lista de tareas de esas cosas que siempre has querido hacer y no has podido por falta de tiempo. Te vendrá bien tanto a nivel personal como profesional (Networking).
  • SÉ CONSTANTE: Ojalá fuera sencillo esto de la búsqueda de empleo, pero lo cierto es que no lo es. Por ello, sé constante, no desesperes, mantente firme. Tarde o temprano, lo conseguirás. Utiliza unas técnicas y, si no funcionan, prueba otras. Cambia, actualízate, pide orientación, pero ante todo ¡no te rindas!
  • SÉ CREATIVO O CREATIVA: El problema no es sólo que haya más o menos trabajo, el problema es que hay muchas personas buscando un empleo, por tanto, utiliza tu creatividad. Busca la diferencia, resalta aquello en lo que destacas, lo que te hace diferente a los demás. Demuestra que tú eres la mejor opción, pero… ¡créetelo, claro!
  • SONRÍE: “Al mal tiempo, buena cara”. Sonríe, intenta buscar lo positivo de cada día, siempre hay algún gesto auténtico en alguien, algo que aprender… Rodéate de pensamientos y personas optimistas; merece la pena intentarlo, te producirán otra actitud ante la vida, te darán vitalidad y ganas de seguir luchando para cambiar tu situación.   ¿Qué tienes que perder?

“Si crees que puedes, ya estás a medio camino”. Theodore Roosevelt.

by Dic 19, 2016 No hay comentarios
Trabajando habilidades sociales en un I.E.S.

Trabajando habilidades sociales en un I.E.S.

Desarrollo personal

Son las 14.30h. Estamos en un Instituto del Distrito de Fuencarral-El Pardo (Madrid), donde trabajamos como Educadores/as Sociales. Suena el timbre y comienza el bullicio en los pasillos, con la presencia de adolescentes con las mochilas a cuestas y los estómagos hambrientos por llegar a casa. Un grupo de cinco chicos nos espera junto a la orientadora, al lado del despacho del departamento. Sus caras muestran unas ganas desesperadas por no tener que quedarse allí y poder irse con sus compañeros y compañeras

Les saludamos con efusividad (algunos ya nos conocen), aunque percibimos que no entienden muy bien nuestro aparente entusiasmo.

La orientadora es la observadora de esta escena del ring: a un lado un Educador y una Educadora Social, con amplias sonrisas  y una gran motivación por lo que se avecina; y, enfrente, los cinco chicos con caras de “¿por qué a mí?”.  La orientadora nos desea suerte antes de dirigirnos con los chicos hacia la clase.

Una vez dentro, sentados/as en círculo, empezamos a corroborar lo que observábamos antes: no entienden por qué están aquí;  algunos se lo toman como un castigo, se quejan del horario, etc.

A pesar de que la orientadora les ha adelantado el sentido del taller, utilizamos estos primeros momentos para presentarnos: les recordamos que somos Educadores de Servicios Sociales y que colaboramos con el I.E.S. en algunas actividades; les hablamos de la confidencialidad que vamos a guardar y que también nos gustaría que nos viesen como mediadores en los problemas que puedan tener con el profesorado.

Los siete intentamos descubrir los verdaderos motivos por los han sido derivados a este grupo. Pronto empiezan a aparecer palabras y frases como: partes, conflictos en clase, mala relación con los profesores, “me tienen manía”, etc. Y aprovechamos estas primeras ideas para comentarles que van a ser esos mismos temas los que trabajaremos en el taller.

Para nuestra sorpresa, los chicos hablan sin parar y nos cuentan un montón de cosas sobre su día a día en el Instituto, centrándose más bien en criticar aquellas cosas que les parecen injustas por parte del profesorado: normas, partes, malas contestaciones, enfados.  Poco a poco analizamos situaciones más concretas, e intentamos que pongan su mirada no sólo en las conductas de los demás sino en las suyas propias. Aunque algunos de ellos hacen alguna reflexión con algo de autocrítica, en general vemos que son reticentes, que vuelven con facilidad al discurso habitual en el que apenas asumen su parte de responsabilidad. De repente, suena el timbre y saltan  de sus sillas, les sujetamos como podemos para preguntarles qué les ha parecido, y todos responden que les ha sorprendido y se han sentido escuchados, que no se lo imaginaban así.  Ahora sí, se van corriendo por la puerta.

Un par de días después van apareciendo nuevamente en el aula; a pesar de que no van encantados su actitud es más relajada. Se sientan en círculo directamente. Hacemos un juego para ayudar a hacer el ambiente más distendido y favorecer la cohesión grupal. A continuación les preguntamos si les gusta hacer teatro y nos contestan que sí, así que les comentamos que vamos a dedicar la sesión a hacer pequeñas representaciones.

Mediante role playing vamos trabajando diversas habilidades sociales: empatía, asertividad, presión de grupo, saber decir que no, etc. Todos participan de forma muy activa; además de reírse mucho con las distintas situaciones que les vamos proponiendo, poco a poco van haciendo reflexiones más profundas, y van cambiando su visión: de un punto de vista inicial más centrado en sí mismos a una visión más global; empiezan a “ponerse” en el lugar de otras personas.

Nos llama la atención que, en algunas reflexiones sobre estos role-playing, ellos mismos se reprochan unos a otros algunas conductas que han tenido, a pesar de que sean comportamientos en los que reconocen caer a menudo. Cuando son capaces de observar estas situaciones desde fuera, son mucho más críticos con esa forma de actuar.

La sesión discurre de forma muy amena y la evaluación de los chicos es aún más positiva que la del primer día. Sin ser casi conscientes de ello, se están generando los primeros cambios en su forma de pensar y actuar.

Para el último día tenemos preparado, además de otro juego para relajar el ambiente, una dinámica de solución de problemas. Les pedimos que, de forma individual y anónima, escriban situaciones problemáticas que les supongan una gran dificultad o que no sepan cómo resolver. Luego se leerán en alto y, entre todos propondremos soluciones a esos problemas. Para nuestra sorpresa entran muy bien a la actividad, escriben cosas muy personales y no muestran demasiada vergüenza a la hora de tratarlas entre todo el grupo. Aunque se les comenta que pueden dar soluciones de todo tipo,  las respuestas que dan son muy coherentes, reflexivas, respetuosas y con sentido común. En este punto nuestra tarea se redujo a organizar las intervenciones de los chicos y reforzar sus reflexiones, puesto que son ellos mismos los que de forma natural ya van guiando la dinámica.

En este último día realizamos una evaluación global del taller. Además de hacer la valoración cuantitativa de rigor dejamos un espacio para que comenten sus sensaciones de estos tres días. Si bien siguen quejándose del horario del taller y lo visualizan como “un castigo”, consideran que les ha gustado mucho, que no se esperaban que fuera así, que se lo han pasado bien, e incluso que ¡se les ha hecho corto! (lo que nos parece especialmente gracioso).

Además de todo esto, destacan que el taller les ha hecho pensar de un modo distinto o, al menos, a tener más en cuenta al otro; también les ha ayudado a pensar “cómo actuar de manera diferente a como lo venían haciendo ante algunas situaciones en su día a día”.

Al despedirnos, les recordamos que pueden mantener el contacto con nosotros en otros espacios (calle, Servicios Sociales, IES, barrio, grupos…) y tratar cualquiera de estos temas u otras dificultades también de manera individual.

Después del taller nos reunimos con la orientadora para evaluar, dejando la puerta abierta a poder volver a organizar otra actividad -con este grupo de chicos- más adelante.

No siempre este resultado es posible. Hay veces que los talleres no funcionan como nos gustaría. Sabemos que el tiempo de realización ha sido breve, pero es un punto de inicio lo que convendría trabajar preventivamente con ellos en otros ámbitos. En este último grupo, sin embargo, reconocemos que acabamos muy satisfechos/as,  y que salimos con una sonrisa de oreja a oreja.

Descarga la ficha “Trabajando habilidades sociales en un I.E.S.” en formato PDF

Oscar Salinas Ludeña
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María Isabel Ortega Collado
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by Mar 28, 2016 4 comentarios
Buscar empleo: ¿Por dónde empiezo?

Buscar empleo: ¿Por dónde empiezo?

General

Algunas personas quieren que algo ocurra, otras sueñan con que pasará, otras hacen que suceda. Michael Jordan

No cuentes los días, haz que los días cuenten. Muhammad Ali

No te preocupes por los fracasos, preocúpate con las posibilidades que pierdes cuando ni siquiera lo intentas.  Jack Canfield

Sólo existen dos días al año en los que no se puede hacer nada. Uno ayer, y otro mañana. Dalai Lama

Es duro fracasar, pero es todavía peor no haber intentado nunca triunfar. Theodore Roosevelt

 

Ante una situación de desempleo, se desencadenan muchos sentimientos, incertidumbres, miedos… Es una situación nueva –o, al menos, diferente- y muchas personas se plantean: “¿Por dónde empiezo?”

Hay muchos aspectos que podemos tener en cuenta en el proceso de búsqueda de empleo y muchos recursos a nuestra disposición que pueden facilitar enormemente esta búsqueda:

  • Adecuada elaboración del Currículum Vitae, según el perfil y los sectores profesionales en los que se busque empleo (lo ideal es tener varios modelos de CV diferentes)
  • Elaborar una Carta de Presentación distinta para cada puesto de trabajo al que se opte (se puede tener un modelo Carta de Presentación, base para ir adaptándola a cada oferta de trabajo)
  • Analizar el mercado de trabajo: ¿Qué ofertas hay actualmente en mi sector? ¿Qué perfiles requieren las empresas?
  • Conocer los métodos de búsqueda de empleo más efectivos en ese momento y según el sector: contactos; autocandidatura; internet y redes sociales, recursos de intermediación laboral (Agencias de Colocación, Bolsas de Empleo…)
  • Crear nuestra “Marca Personal” (Personal Branding), es decir, ver cuál es nuestro posicionamiento en la web; qué es lo que pueden encontrar de nosotros y nosotras en internet, y qué imagen vamos a dar a la empresa
  • Hacer networking: ahora no sólo puedes comentarle a tus familiares y amistades más cercanas que estás en búsqueda de empleo, sino que tienes la posibilidad de darte a conocer, de asistir a actividades y eventos de tu sector profesional, de recuperar antiguos contactos de cursos, trabajos anteriores, grupos, etc.
  • Y si te llaman para un Proceso de Selección… ¡por supuesto!, prepara la Entrevista de Trabajo. La empresa quiere conocerte y lo va a hacer personalmente, ¿no crees que compensa prepararla? Busca información sobre el puesto de trabajo, la empresa, analiza tu experiencia y formación relacionada con el puesto, revisa tus competencias profesionales…

Sin embargo, volvemos al comienzo: “¿POR DÓNDE EMPIEZO?”.  Quizá esta es la pregunta más difícil a la hora de buscar empleo. Por eso, creo que es conveniente sentarnos y reflexionar…

  • Lo primero de todo es definir el objetivo profesional: ¿En qué quiero trabajar? Este es el punto de partida: ¿Dónde voy? ¿Qué es lo que quiero? ¿Qué necesito? ¿Qué limitaciones tengo? ¿Qué potencialidades?

La necesidad por encontrar empleo a veces nos induce a “buscar empleo de cualquier cosa”. Es el peor error que podemos cometer al empezar a buscar empleo. ¿Cómo se busca de cualquier cosa? ¿Cómo elaboro el CV? ¿A dónde voy? ¿En qué me formo? Muchas personas acuden a los recursos de Orientación Laboral con esa idea; sin embargo, aunque su posible capacidad de adaptación a diferentes puestos de trabajo y su apertura a varios sectores profesionales parecen ayudar a encontrar antes un empleo, puede que en realidad les esté frenando para realizar una búsqueda de empleo efectiva y estén perdiendo tiempo, esfuerzo y dinero en ir a buscar a sitios donde no van a encontrar trabajo.

Cuánto más definamos nuestro objetivo y lo ajustemos a la realidad del mercado de trabajo actual, más posibilidades de éxito tendremos en nuestra búsqueda. Si nos empeñamos en buscar en sectores en los que -objetivamente- no tenemos experiencia ni formación, no hay nada imposible, pero es muy poco probable que obtengamos resultados, y lo único que podemos conseguir es una frustración y desmotivación mayor, al ver que hemos repartido          innumerables currículum vitae por toda la ciudad sin que nos hayan llamado de ningún sitio.

De manera  que merece la pena perder un poco de tiempo al comenzar a buscar empleo para ganar en resultados. Por tanto, piensa y ¡SITÚATE!

  • Para situarte, conócete a ti mismo: ¿Cómo eres? ¿Cuál es tu profesión? ¿Cuáles son tus expectativas? ¿Qué características positivas tienes y cuáles crees que deberías mejorar? ¿Cuáles son tus competencias profesionales? ¿Qué te diferencia de los demás? ¿Cuál es tu Marca Personal?

Ciertamente, conocerse no siempre es fácil y tal vez necesitemos profundizar en todas estas preguntas y utilizar herramientas para descubrirlo (fichas, test…) o preguntar a las personas más allegadas si tenemos dificultades para descubrir todo lo que forma nuestro perfil laboral y personal, y las muchas capacidades que tenemos y podemos aportar a un puesto de trabajo.

  • Una vez que te has autoanalizado, es importante analizar el puesto de trabajo que quieres desempeñar, siendo realista con tus limitaciones: nivel formativo, salario, jornada, ámbito geográfico, etc.
  • Posteriormente, investiga el mercado de trabajo: ¿Qué formación necesitas para el puesto de trabajo al que quieres optar? ¿Tienes la experiencia laboral adecuada? Es bueno hacer un inventario entre lo que tienes y lo que te falta. Y si ves que te falta formación para lograr tu objetivo profesional: ¡FÓRMATE! Hay formación gratuita disponible para personas desempleadas: ¡aprovéchala! Si detectas que no tienes las competencias profesionales necesarias, comienza a trabajar a nivel personal para cambiarlas.

Buscar trabajo es un trabajo: por ello requiere un horario, una rutina y una planificación. Organízate y elabora una agenda de búsqueda de empleo, hazte un horario, respeta tiempos de descanso, estructura las tareas que tienes que hacer…

  • Por último, recuerda que no estás solo/a en este proceso; además de la gente cercana que tienes a tu alrededor, tienes muchos recursos disponibles de Orientación Sociolaboral que te pueden ayudar a elaborar tu itinerario y facilitar las herramientas adecuadas.

Busca los recursos de Orientación Sociolaboral de tu distrito, municipio o ciudad. Eso sí, no olvides, que tú eres el/la protagonista en la búsqueda de empleo, así que ¡ADELANTE, SEGURO QUE PUEDES CONSEGUIRLO!

Accede a la ficha en formato PDF: Ficha formativa Buscar empleo: ¿Por dónde empiezo?

by Dic 28, 2015 2 comentarios
Ficha formativa “Curriculum oculto”

Ficha formativa “Curriculum oculto”

laboral, salud, educación, ocio …)

“Las personas nacimos con  capacidad de aprendizaje más allá de este sistema socio económico actual”

(María I. Frechilla) 

…conjunto de normas, actitudes, expectativas, creencias y prácticas que se instala de forma inconsciente en las estructuras y el funcionamiento de las instituciones y en el establecimiento y desarrollo de la cultura…

Está arraigado en diferentes elementos de la práctica y de la estructura… estructuras rituales, normas, creencias, escenarios, lenguajes, relaciones, expectativas, rutinas, valores, materiales, comportamientos, actitudes, mitos, etc.

 (Programa ARCE. Convivir, compartir, conciliar)

 es un microecosistema de enseñanzas encubiertas, de criterios no declarados explícitamente… (presente) a través de la comunicación no verbal, de los lenguajes implícitos, de los sueños y deseos…

(Marisa Cazares)

Se llama currículo oculto a aquellos aprendizajes y destrezas que son incorporados por las personas a lo largo de su vida a través de  su experiencia, y que  pueden o no haber sido “enseñados” con intención expresa.

Los aprendizajes que se derivan del curriculum oculto se realizan de manera osmótica[1], al estar en contacto con una realidad social y cultural determinada,  sin que se expliciten formalmente ni la intención ni el mecanismo o procedimiento cognitivo.

A la hora de ayudar a elaborar el curriculum vitae, cuando la orientadora laboral se sienta delante de una persona y le pregunta: “¿En qué has trabajado?”, “¿qué has estudiado?”, “¿Qué sabes hacer?”, muchas personas dicen: “nada”. Y el silencio, junto con una mirada cabizbaja,  acompaña los siguientes instantes.

“! ¿Nada?¡¡¡”.

“!¿NADA?!”, pienso sorprendida para mis adentros; pues me resulta realmente difícil que una persona que ha estado, al menos 16 años, con los pies en esta tierra no haya aprendido o no sepa hacer nada.

Un joven, que forma parte del colectivo que actualmente sufre un 47% de paro, lleva 7 años conviviendo con la crisis, por lo que no conoce otra realidad laboral; padece una desmotivación y un escepticismo que le aboca a la realista y pegajosa sensación de que estudiar no sirve para nada.

Pero resulta que es un genio en el mantenimiento de ordenadores; conoce todos los programas informáticos y máquinas tecnológicas existentes y los que están por venir; asiste a un voluntariado con niños con diversidad funcional; participa de jornadas interculturales; ayuda a sus padres en el negocio; sabe hacer malabares, pinta uñas como un artista, arregla las motos de sus amigos,… ¿NADA?¡¡¡

Y si la persona que tenemos delante es una mujer de mediana edad, separada, o posiblemente sola porque sus padres -a los que cuidaba- han fallecido, sus hijos -a los que se dedicaba- se han marchado… entonces la respuesta “¡nada!” es todavía más desconcertante.

Estas fotografías, desgraciadamente habituales en los ámbitos empobrecidos de los Servicios Sociales, nos indican una realidad: parece que sólo es válido lo que puede ser remunerado.

Por el contrario, el mercado laboral es cada vez más exigente con el llamado curriculum blando respecto al curriculum duro. Éste último es el que siempre nos ha guiado a la hora de elaborar nuestra trayectoria profesional sobre un papel: “Experiencia Laboral” y “Formación académica”, pero, ¿y el segundo?, ¿a qué llamamos curriculum blando?

El modelo americano, que se nos impone en el ámbito de los recursos humanos, hace de nuestras entrevistas de selección todo un entramado psicológico de autoconocimiento, en las que se pone a prueba nuestra autopercepción: “¿qué puedes ofrecer a la empresa como persona?”, “¿cuáles son tus competencias?”, “¿cuál es tu marca personal”?, “dime tus puntos fuertes y tus puntos débiles”… y, como dicen los expertos en Selección de Personal,  “el curriculum duro ya lo leo yo, es el blando el que me interesa escuchar de la persona y saber cómo lo defiende”.

En esta selva de entramados que hay que sortear para incorporarse al mercado laboral -agudizada por  la crisis que hemos padecido-,  a aquellas personas que -con vergüenza y cabizbajas-  me contestan que no saben hacer nada, les devuelvo con cierta humildad el mapa de sus capacidades, experiencias  y destrezas, robado por una sociedad utilitarista que no supo ver que delante tiene un ser humano que, desde que vino al mundo, no ha dejado de aprender y trabajar, sobre todo trabajar, sin remuneración,  por los demás.

Aunque las mujeres –especialmente- siempre han estado trabajando, no siempre han tenido un empleo o dicho empleo no ha sido visible y remunerada: jornaleras, ganaderas, cuidadoras de mayores, de personas dependientes, educadoras de niños, cocineras, costureras, gestoras de recursos, auxiliares de oficinas de parientes,… desempeñando tareas muy próximas al empleo remunerado.

Actualmente, estas mujeres y jóvenes necesitan ser visualizadas e incorporarse al mercado remunerado.

Para ello proponemos tres fases:

  1. Personal. La persona visualiza sus características personales. Primero, sus puntos fuertes: sus capacidades, necesidades, intereses, etc.; después, sus puntos débiles: motivación real para el esfuerzo, para la consecución de los objetivos, el tiempo y los recursos disponibles, las obligaciones y beneficios del trabajo remunerado. , etc.
  2. Profesional. La persona analiza las destrezas desarrolladas; los aprendizajes adquiridos; la formación y experiencia de trabajo, tanto en ámbito público como privado; el tipo de profesión en que  encajarían dichas capacidades e intereses; la formación que requiere dicha profesión, etc. Ajustamos así expectativas y realidad; punto de partida y de llegada.
  3. Estrategia. La persona trabaja instrumentos concretos para acercar el punto de partida al punto de llegada: temporalización de los objetivos planteados; entrevistas; autoprospección; recursos formativos; academias; elaboración del curriculum, técnicas de búsqueda; entidades y recursos de empleo, públicos y privados.

El curriculum oculto puede ver la luz de diferentes maneras:

  • En experiencia laboral: Ej. Mantenimiento de ordenadores, arreglo de motos, cuidado de personas dependientes, trabajo con personas con discapacidad psíquica, cocina, plancha, estética de uñas… añadiendo que la entidad donde lo he llevado a cabo es particular, familiar,… explicando en la entrevista que eran trabajos sin Seguridad Social o para particulares.
  • En el objetivo profesional: Ej. Persona con gran capacidad de aprendizaje, diestra en limpiezas a fondo de cocina,… o en estética de uñas… “busco espacio laboral donde desempeñar mis destrezas de mecánica”.
  • ¡Y ya no digamos en el apartado de competencias!: Ej. Capacidad de emprendimiento; autonomía; gestión de recursos y/o de personal; liderazgo; capacidad resolutiva; empatía; creatividad; flexibilidad; adaptación a tareas y equipos; buen trato al público; habilidad con…

Sin devaluar la importancia de la formación reglada y la experiencia laboral remunerada, desde LA ASOCIACIÓN DE EDUCADORES LAS ALAMEDILLAS invitamos a que ninguna persona se quede sin curriculum por no haber estudiado de forma reglada o trabajado de forma remunerada.

[1] Por mutua influencia entre dos personas o grupos de personas, sobre todo en el campo de las ideas (RAE)

Descarga la ficha en formato PDF: Ficha formativa “Curriculum oculto”

by Dic 21, 2015 3 comentarios